La hipótesis del simio acuático
- Silvia Marzullo
- 19 ene 2014
- 3 Min. de lectura
La teoría convencional sobre la evolución humana afirma que en algún momento en el pasado distante, los ancestros del Homo Sapiens moderno descendieron de los árboles, dejaron los bosques y se mudaron a la sabana. En este ambiente la mayoría de los cambios evolutivos que nos separan de los simios ocurrió. Pero hay una opinión minoritaria en el campo de la antropología que no está de acuerdo. Ellos dicen que en el momento en que nos mudamos a la sabana ya habíamos pasado por una gran parte de la evolución, ya que un cercano antepasado del Homo Sapiens experimentó una fase acuática. Esto se conoce como la Teoría/Hipótesis del Simio Acuático. Según sus defensores, nuestros antepasados habrían pasado una gran cantidad de tiempo en el agua, quizás la mayor parte del día y habrían comenzado a exhibir ciertas adaptaciones evolutivas a este estilo de vida. Antes de que estos atributos pudieran desarrollarse plenamente, las circunstancias obligaron a salir a los antepasados fuera del agua y adentrarse en la sabana.
Los defensores de esta teoría citan que varios atributos de los seres humanos modernos son compartidos con los mamíferos acuáticos, que no están presentes en los mamíferos de la sabana: a hipótesis del simio acuático propone los siguientes argumentos principales:
Desnudez: De los cientos de especies de primates, los humanos somos la única especie en la cual el pelo corporal no cubre la casi totalidad del cuerpo. Los únicos ambientes conocidos que dan lugar a mamíferos así "desnudos" son el acuático y el subterráneo. Otros mamíferos sin pelo corporal son, o totalmente subterráneos (rata topo sin pelo), o nadan (ballena, delfín, morsa y manatí), o vadean (hipopótamo, cerdo y tapir), o buscan el lodo y el agua con regularidad (rinoceronte y elefante).
Bipedismo: Los humanos somos los únicos mamíferos bípedos existentes. Aunque esto nos provee con la habilidad para utilizar herramientas mientras caminamos o corremos, también tiene como consecuencia directa los siguientes problemas: problemas de la espalda y espina dorsal, várices, hemorroides, hernias y problemas al dar a luz.
Ya que la evolución trabaja sólo a pasos pequeños, es difícil (para los partidarios de la hipótesis del simio acuático) imaginar cómo el bipedismo pudo haber evolucionado en la sabana: la masa del tronco hace que este modo de locomoción sea inherentemente inestable. El agua, en cambio, sostiene al cuerpo en tal posición.
Respiración: Con la excepción de los humanos, los mamíferos terrestres carecen de control consciente y voluntario sobre la respiración. El control de los humanos sobre su aparato respiratorio es similar al de los mamíferos acuáticos que inhalan tanto aire como necesitan para zambullirse, para luego retornar a la superficie por más.
Grasa: Los humanos tenemos diez veces más grasa corporal que la que es normal para un animal terrestre de nuestro tamaño. Somos, por mucho, los más obesos de los primates. Mientras que los mamíferos terrestres que hibernan poseen una capa de grasa estacional, los humanos, como los mamíferos acuáticos, retenemos nuestra grasa durante todo el año.
Las lágrimas y la sudoración excesiva: estos procesos biológicos son consideradas como ulterior evidencia en favor de la hipótesis. Los proponentes de la hipótesis también mencionan la porción de piel entre el dedo pulgar y el índice humanos, la cual parece no tener valor aparente en tierra.
Partos acuáticos: en muchos hospitales hay bañeras preparadas para el momento del parto, ya que el agua no entraña problemas para el bebé, y la madre sufre menos dentro del agua. El parto además es más rápido. No se sabe bien por qué pasa esto, pero esta característica humana podría ser una herencia de un simio que pasara parte del tiempo en el agua.
Fósiles: Una dificultad al evaluar esta hipótesis es que los lugares que sugiere como posibles fuentes de fósiles relevantes se encuentran en su mayoría bajo el nivel del mar en la época presente, sugiriendo que de hallarse fósiles que apoyaran esta teoría habría de buscarlos en las costas africanas de hace un millón de años.
Facilidad para la natación: Esta hipótesis , dicen sus defensores, explica la razón de que nos movamos tan fácilmente en el agua —aún incluso en los primeros meses de vida—, mientras que nuestros más próximos parientes, los chimpancés, lo hacen torpemente, ahogándose al poco tiempo.


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